
Clase media, la más golpeada por la crisis habitacional en Concepción: obras en descenso, inversiones mermadas y suelo cada vez más escaso
- Jueves 14 de agosto de 2025
- 15:23 hrs

La crisis habitacional que atraviesa el Gran Concepción golpea con especial fuerza a la clase media, un segmento que, pese a contar con ingresos estables, ve cada vez más lejana la posibilidad de acceder a una vivienda propia. El alza sostenida de precios, la escasez de suelo y la disminución de proyectos de construcción han reducido drásticamente las alternativas de compra o arriendo en zonas bien ubicadas, dejando a muchas familias atrapadas entre deudas hipotecarias difíciles de asumir y subsidios a los que no siempre pueden postular. La desaceleración del sector también ha impactado en el empleo: un análisis regional reciente reportó que, en la Región del Biobio, a fines de 2023 se perdieron alrededor de 20 mil puestos de trabajo en el rubro de la construcción, de los cuales solo se habría recuperado la mitad en 2024, evidenciando un retroceso que afecta a trabajadores y empresas vinculadas a la actividad.
Este panorama se enmarca en un momento crítico para la región, donde el dinamismo que históricamente caracterizó a la industria de la construcción se ha frenado por la caída de la inversión, el crecimiento constante del déficit habitacional y una disponibilidad de terrenos cada vez más limitada. Un escenario que no solo compromete el acceso a la vivienda, sino también el desarrollo urbano y la estabilidad laboral en la ciudad y sus alrededores.
Inversión y permisos en retroceso
La construcción en Concepción y el Gran Concepción enfrenta una desaceleración significativa. El Banco Central ha alertado que el sector inmobiliario, a nivel nacional, no ha mostrado la recuperación esperada después de los años más duros de la pandemia. En la práctica, esto se traduce en un menor número de proyectos en ejecución, una reducción de la mano de obra contratada y un freno en nuevas iniciativas privadas.
En todo el país, el stock de inmuebles sin vender sobrepasó las 105 mil unidades durante 2024, según datos sectoriales recogidos por medios especializados, lo que retrasa la reactivación y reduce los incentivos para iniciar nuevas obras. En la vivienda social, el alza sostenida de materiales y costos de ejecución ha impactado en el alcance de los subsidios y en la capacidad de las familias para concretar la compra.
Escasez y encarecimiento del suelo urbano
Un estudio elaborado en conjunto por entidades académicas y corporativas regionales, publicado en agosto de 2024, estima que el área metropolitana de Concepción requerirá más de 91 mil viviendas adicionales en los próximos 12 años para responder a la demanda proyectada. Sin embargo, el análisis advierte que las comunas de Concepción, Talcahuano, Chiguayante, Lota y Hualpén cuentan con una oferta de suelo urbano residencial muy limitada, mientras que San Pedro de la Paz y Coronel concentran cerca de dos tercios de la superficie disponible.
Esta restricción de terreno ha provocado un alza significativa en su valor. En Coronel, por ejemplo, el precio del suelo aumentó hasta un 85 % real entre 2018 y 2022 (CChC Concepción, 2024). Según el presidente de la CChC Concepción, Jorge Coloma, entre 2013 y 2022 el precio de la vivienda en la zona creció un 56 %, mientras que los ingresos reales de las familias solo aumentaron un 17 % en el mismo período, lo que amplía la brecha de acceso a la vivienda (Declaraciones recogidas por SoyConcepción.cl, 22 de agosto de 2024).
Déficit habitacional desbordado
Proyecciones incluidas en el mismo estudio estiman que, si las tendencias actuales se mantienen, para 2050 podrían faltar hasta 150 mil viviendas en la Región del Biobío. Este déficit no solo responde al crecimiento poblacional y la migración interna, sino también a factores normativos, como las restricciones a la construcción en altura en sectores céntricos de Concepción, que reducen las posibilidades de densificación en áreas con buena conectividad y servicios.
La consecuencia es un desplazamiento de la oferta habitacional hacia comunas periféricas, lo que genera desarrollos más alejados de centros laborales y educativos, y con menor acceso a transporte público. Esto no solo afecta a familias de menores ingresos, sino también a la clase media emergente, que enfrenta cada vez más dificultades para encontrar opciones de compra o arriendo a precios accesibles.
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